04/07/2014 – La discoteca ha encarado este junio su segundo verano en Sant Adrià, donde encuentra algún sector contrario; el Ayuntamiento ha decretado esta misma semana el cierre provisional.
Llega el verano y con él la segunda temporada veraniega de la discoteca L’Atlàntida Barcelona, que se instaló hace un año en las piscinas municipales de Marina Besòs, a pocos metros de la orilla del mar. El mítico club catalán decidió trasladarse a Sant Adrià, después de 30 años situada en Sitges, donde echó el cierre por las incompatibilidades con la ley de costas. Su mudanza al litoral adrianense no fue fruto de la casualidad, y es que el propietario, Martín Ferrer, dueño también de Amnesia Ibiza, prepara la inauguración de una gran discoteca al otro lado del río, en el Port Fòrum.
La discoteca, “comprometida” con la localidad
La discoteca se muestra comprometida con la localidad y manifiesta poner toda su voluntad “para mejorar día a día en servicio, calidad y oferta”. Este año, relatan, han realizado “una gran inversión en mejora de las instalaciones, con maquinaria para la piscina, una nueva valla perimetral, baños, accesos y acondicionamiento del pàrquing”. Por otro lado, dicen estar “muy orgullosos de contar con un total de 26 vecinos y vecinas” –sin contabilizar las persones en las oficinas de Port Fòrum- dentro de la plantilla de L’Atlàntida.
Un inicio de temporada marcado por un cierre provisional
Des del primer día de apertura, el Ayuntamiento ha asegurado realizar un estricto control sobre la discoteca para ver cumplidas las normativas municipales. Hasta esta semana, aunque con cosas que mejorar, según el propio gobierno local, la actividad no excedía los baremos legales. Hace un par de días, no obstante, el Consistorio decidió cerrar de forma temporal el establecimiento por el incumplimiento de las normas de ruido y vibración recogidas en la ordenança municipal. Además, explican, la empresa no ha aportado toda la documentación que requiere la licencia de actividades, a pesar de la insistencia del Consistorio desde que abrieran puertas hace cosa de un mes.
La medida se ha tomado después de un informe sonométrico realizado por los técnicos municipales durant el mes de junio, que ha demostrado la violación de la ordenanza al respecto, cosa que, por otra parte, también había provocado molestias y quejas de los vecinos. En cuanto a la documentación, un certificado emetido por una entidad medioambiental de control, la corporación municipal ya había abieto un expediente, el pasado 18 de junio, que conllevó una multa de 1.000 euros a la discoteca.
El cierre cautelar, explican fuentes municipales, no se levantará hasta que la propiedad de la sala de fiestas no ponga remedio a ambas faltas. L’Atlàntida, por su parte, ha preferido no hacer declaraciones al respecto.
Voces críticas en el barrio de Sant Joan Baptista
La apertura de puertas del club, no obstante, no supone la misma connotación festiva para todo el mundo en la ciudad de Sant Adrià. Las voces discordantes del vecindario más próximo al equipamiento donde se sitúa ahora L’Atlàntida, el barrio de Sant Joan Baptista, vienen haciéndose notar desde hace tiempo, tanto a niveles particulares como asociativos. La entidad vecinal del barrio explica que, a pesar de no haber recibido quejas de forma presencial en su local, sí hay cierto sentimiento de contrariedad en las calles de la zona. Destacan, entre otras cosas, ya no tanto los problemas derivados del volumen de la música, sino los de incivismo y suciedad que provocan el ‘botellón’ o el paso de tantas personas a altas horas de la madrugada de camino a la discoteca o de vuelta hacia el metro, por ejemplo. Además, explican, la postura como asociación es contraria a la ocupación de un espacio público, como son las piscinas, por parte de un negocio privado.
Más allá de la postura de la red vecinal, destaca el movimiento que se ha generado entorno a esta problemática en Facebook, donde ya existe una página de ‘Afectados por la discoteca L’Atlàntida’, que cuenta con más de un centenar de seguidores, organiza quedadas y promueve actos reivindicativos, como el de la semana pasada en la plaça de la Vila, o el del pasado lunes, cuando algunos manifestantes accedieron al pleno municipal.
Un cartel lleno de artistas de renombre
Reafirma el club de música electrónica su apuesta por la ciudad de Sant Adrià y vuelve nuevamente cargado de propuestas interesantes para los amantes del mundo deejay y con un calendario bien repleto. La discoteca ofrece una agenda en la que no faltaran las sesiones del grupo Matinée, los miércoles; las Hyte Barcelona, los jueves, con algunos de los pesos pesados de la escena house y techno, como Loco Dice o Marco Carola; fiesta de la espuma los viernes, que durante el mes de agosto tendrá a Paris Hilton como amfitriona, y los show FACT, todos los sábados noche, además de algunas aperturas para eventos especiales y puntuales los domingos.
Polémica aunque puntual y solidaria fiesta en la playa
Hace unos días, en paralelo a la celebración del Sónar de Barcelona, L’Atlàntida participó en la organización de una serie de eventos diurnos en la Platja del Litoral de Sant Adrià enmarcados en el ciclo festivo Off Week. Durante cinco días, la playa adrianense acogió una serie de fiestas que despertaron la preocupación de los vecinos por la ocupación de un espacio público.
El acontecimiento, no obstante, fue algo puntual. Des de la dirección de la discoteca aclaran, además, que las fiestas tuvieron un “carácter de responsabilidad social”, ya que cada asistente realizó un donativo de tres euros y la suma total, unos 13.000 euros, va a a obras sociales del municipio. Y no será la única acción de esta índole. A finales de julio, esta iniciativa se repetirá con la venta de entradas del Barcelona Beach Festival, en la Platja del Parc de la Pau, al que asistirán DJs de renombre como David Guetta, Avicci o Steve Angelo, entre otros.
Después de analizar los resultados de los eventos del Off Week, no obstante, el equipo de gobierno adrianense ha decidido no volver a autorizar la utilización de la playa del Parc del Litoral para actividades de ese tipo, ya que, consideran, “se produce una incompatibilidad entre el uso ciudadano y el espacio público”.